Casandra es un personaje de esos que cobra vida propia y empieza a evolucionar por su cuenta. Empezó mucho más pánfila de lo que pretendía, pero en "El tridente de Shiva" tampoco me pareció descabellado. Es aun una adolescente, y además rica. Sus padres siempre han sido muy exigentes a nivel intelectual y son cinco hermanos, así que es instintivamente competitiva y (aunque no parece que ningún otro hermano se lo tome todo tan en serio). Hace una montaña de un grano de arena y se frustra y malhumora con facilidad. No es un carácter que me guste como punto de partida para la heroína, pero surgió solo, acorde con su condición e inexperiencia. Tal como le iban pasando cosas, intentaba hacerla reaccionar en base a lo que iba aprendiendo, pero también según la relación que mantiene con cada personaje. No la imagino teniendo una conversación divertida con Sam, o una intensa con Dani. Creo que esa evolución ya se aprecia dentro del propio "El tridente de Shiva", pero más aun en relación a los siguientes dos libros.
En "La espada invencible" se lo hago pasar mal a muchos niveles, y aunque no quedé del todo convencida con el resultado final general, sí con cómo la transformó a ella. Hay un salto madurativo importante entre éste y "El elixir de la vida"; se vuelve mucho más desconfiada y dura en ciertos aspectos. Sin embargo, uno de sus pilares más fuertes se convierte paulatinamente en debilidad a lo largo de este tercer libro, y tendrá que lidiar con ello en el próximo. Por otro lado, la influencia de Héctor y de Dani ha hecho que no sea tan seria en todo y se relaje un poco.

Dicen que los protagonistas suelen ser un alter ego del autor, y supongo que este es el mío. No es como yo (yo soy más divertida :P), pero reúne algunas de las virtudes que me gustaría tener y de los defectos que ya tengo. De alguna forma, es como una hija con la que comparto ciertos rasgos, pero con la que no siempre estoy de acuerdo. Y tengo muchísimas ganas de seguir viéndola crecer y madurar.
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